Carpe diem

viernes, 5 de febrero de 2016

 



El otro día mientras estaba en el teatro disfrutando y riéndome, una amiga lloraba durante el entierro de un ser querido. Cara y cruz... 

Mientras conducía me vinieron a la cabeza aquellas palabras de H. D. Thoreau: “…quería vivir a fondo y extraer todo el meollo a la vida; dejar de lado todo lo que no fuera la vida para no descubrir, en el momento de la muerte, que no había vivido".

Aunque intento recordar todos los días mi lema de vida, a veces, se me olvida, y acabo entrando en la vorágine de hacer cosas y no disfrutarlas, o dejándome llevar por todo lo negativo que el mundo me vierte encima.

Para sentir al máximo te conviertes, a veces, en un ser fuera del rebaño, o en la rara, en la loca. Porque vivir solo en el suelo, aburre. Y para soñar infinito e intentar cumplir tus deseos hay que ser diferente. Pero puedes tener suerte y encontrar a gente que disfruta de los instantes de un café humeante, de bailar cuando te mueres de agujetas, o de reír recordando un libro. O puedes deleitar los instantes en soledad. Y no pasa nada.

Estoy en un momento de mi vida en el que no quiero que me compliquen la existencia porque mi tiempo es mágico y lo quiero disfrutar en todo aquello que vale la pena sentir. Leí que las emociones son energía; así pues, quiero que las mías se transformen en cosas positivas. Y saborearlas.

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