Flor de la cera

jueves, 24 de julio de 2008

 


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Ego dijo...

Me dejaba arrastrar por los arranques
de amor que provocaba su hermosura,
acaso era feliz, acaso, aunque
fue todo por quererla con locura.
Y a ella le confié mis amarguras,
y la nombré la dueña de mi vida,
centro de llanto, risas y aventuras
que sí perdona, pero nunca olvida.
Y deseché mi orgullo arrepentida
de haber fallado el pacto tantas veces,
como una cobarde y una perdida;
porque al sentir que no te la mereces,
aunque te deje gravemente herida,
se jacta de importancia, así se crece.